Los frágiles cachorritos deberían estar en los brazos protectores de su madre, sintiéndose queridos y absorbiendo todos sus besos.
Es triste que algunas personas sin corazón abandonen a estas dulces e inocentes criaturas, robándoles una infancia despreocupada y el amor de su madre.
La siguiente historia trata sobre un pequeño cachorrito blanco que sabe lo que se siente al ser abandonado y separado de su amada madre. Mientras temblaba de frío, sólo pensaba en su cariñoso y cálido abrazo.
Con tristeza en sus ojos, la dulce bola de pelo deambulaba, esperando alejarse de los vientos fríos.
A pesar de tener tres semanas de edad, el pequeño cachorro tenía un corazón valiente y estaba decidido a luchar por su supervivencia.
Un buen samaritano se dirigía a una barbería cuando vio al pequeño cachorrito temblando de frío.
El bondadoso humano se sintió entristecido al ver al cachorro luchando por caminar debido al cansancio y el agotamiento.
Los ojos del cachorro se llenaron de lágrimas mientras gateaba por la acera para encontrarse con el hombre. Puso toda su fe en él, creyendo que lo ayudaría.
El hombre de corazón gigante acarició al cachorro, intentando consolarlo.
Sabiendo que la bola de pelos se estaba congelando, el buen humano lo levantó en sus brazos y rápidamente lo llevó a casa.
Una vez que llegaron a casa, el hombre le dio un baño tibio y el bebé peludo se sintió a gusto.
El rescatista preparó todo lo necesario para el cachorro. Le compró una cama, una manta y comida nutritiva.
El dulce bebé tenía tanta hambre que rápidamente se comió toda la comida que le dio su salvador.
El hombre empezó a alimentarlo cinco veces al día. Poco a poco, el peludito empezó a ganar peso.
A medida que su salud seguía mejorando, el rostro del cachorro se adornaba con una adorable sonrisa. Le encantaba jugar con su salvador y comenzó a descubrir lo hermosa que era la vida.
La pequeña bola de pelos estaba encantada de conocer a otro canino que su salvador encontró en la calle. Estaba herido y el hombre lo estaba cuidando hasta que recuperara la salud.
Los dos cachorros rescatados disfrutaban pasar tiempo juntos y fácilmente entablaron amistad.
Cada día que pasaba, el cachorro se sentía mejor. Sintió curiosidad y comenzó a explorar su entorno.
A medida que su pelaje creció y se volvió esponjoso, la apariencia del cachorro cambió.
Después de cuatro semanas, los dos caninos se recuperaron por completo. Sus dulces rostros brillaban de felicidad y no podían dejar de sonreír.
Su salvador los llevó a un parque. El cachorro estaba encantado de correr y jugar con su amigo perruno.
Dos meses después del rescate de la bola de pelo, el hombre lo llevó al veterinario, donde recibió sus vacunas. El canino también fue sometido a un chequeo médico completo y se encontró que se encontraba en excelente estado de salud.
El cachorro creció y se convirtió en un perro alegre y confiado. Llenó de felicidad la casa de su salvador.
El hombre de corazón gigante le dio al perro un hogar para siempre. El cachorro se sintió encantado porque tenía un padre cariñoso que lo adoraba y lo colmaba de amor incondicional.
Encontró la felicidad y el amor que su corazón deseaba.