Eva, una perra, ha pasado por un calvario. Atada a un árbol, sin recibir alimento ni cuidado adecuado, su vida era un infierno. Se cree que su enfermedad fue la causa de su negligencia, pero su dueño y aquellos que podrían haberla ayudado simplemente la ignoraron, como si nunca hubiera sido parte de la familia.
La encontraron exhausta, deshidratada y con una extraña incapacidad para caminar. Después de pruebas médicas exhaustivas, se descubrió que su médula espinal estaba dañada e inflamada, con dos vértebras afectadas. La cirugía no fue una opción y solo el masaje y la estimulación eléctrica podían ayudarla.
Sin embargo, Eva no se rindió. Con esfuerzo y dedicación, comenzó a mejorar. Después de un mes y medio de tratamiento, su dolor disminuyó y pudo dar algunos pasos. Aunque sufría, su amor por nadar la impulsaba a seguir adelante.
La historia de Eva llevó a una investigación contra su dueño, quien tendrá que rendir cuentas por su negligencia. Mientras tanto, Eva recibió terapia de plasma y una inyección semanal, lo que ayudó significativamente a aliviar su dolor.
Finalmente, Eva encontró un hogar amoroso en Canadá, donde es amada y cuidada como se merece. Su vida ha dado un giro completo, explorando nuevos lugares y disfrutando de la vida que siempre mereció. Su historia es un recordatorio de la fuerza del espíritu y el poder del amor incondicional. ¡Eva está lista para un futuro brillante y feliz!