Los niños habían visto a este perro aquí durante días. “Un hombre lo dejó allí y se fue”, dijeron. Estaba tirado tristemente en el suelo frío y parecía no poder ver nada. La mayor parte de su pelaje se había caído y su piel estaba escamosa y con picazón. No reaccionaba en absoluto cuando lo tocaban. Parecía estar muy deprimido y triste, pero aún así, parecía estar tratando de aguantar.
No pude contener las lágrimas al verlo. Quizás este perro esté esperando a su dueño, pensé. Lo abracé rápidamente en mis brazos y algo cambió. Ese abrazo pareció darle más fuerza.
Lo llevamos de inmediato al veterinario. Tenía parásitos en la sangre, anemia, úlceras en los ojos y su piel estaba gravemente inflamada. Claramente sentía dolor y malestar, pero seguía intentando aguantar.
Después de una semana, regresamos a casa con Alfie. Continuará recibiendo tratamiento en casa, pero al menos ahora estaba en un lugar cálido y seguro. Aunque tuvo que estar en cuarentena por un tiempo debido a una infección por hongos en la piel.
Poco a poco, Alfie comenzó a recuperarse. Aumentó de peso, su piel mejoró y casi recuperó la visión en un ojo. Su corazón también sanó. Se veía más feliz y su sonrisa fue la primera señal de su mejora.
Sin embargo, el dolor en su ojo restante persistía, así que decidimos realizarle una cirugía para que dejara de sufrir. Después de la operación, respiramos aliviados. Y unos días después, finalmente, nos dieron el alta.
Al regresar a casa, pasamos por una tienda para comprar algunas cosas para Alfie. Todo parecía un sueño, pero la verdadera felicidad finalmente nos sonrió. A pesar de todo lo que había pasado, Alfie estaba listo para comenzar un nuevo viaje con nosotros, y estábamos listos para darle todo el amor y cuidado que merecía.