Era una noche fría y oscura cuando encontraron a BB, una pequeña cachorra desnutrida, en el parque. Estaba acurrucada en una camiseta vieja, temblando por el frío y apenas visible en la oscuridad. Sus ojos estaban hinchados y rojos, lo que dificultaba ver cualquier cosa a su alrededor. Su piel estaba cubierta de escamas, y su pelaje era delgado y desigual.
La persona que la encontró sabía que tenía que actuar rápidamente para salvarla. La llevaron a casa y le dieron algo de comida y agua caliente. BB estaba tan hambrienta que se comió todo lo que encontró a su alcance, y luego se quedó dormida en una cama acogedora.
Pero sus problemas estaban lejos de terminar. Al día siguiente, llevaron a BB al veterinario. El veterinario se quedó sorprendido al ver el estado de la pequeña cachorra. Estaba severamente desnutrida, sus ojos estaban infectados y su piel estaba cubierta de sarna. BB estaba en una forma terrible, y el veterinario no pensaba que sobreviviría.
Pero BB era una luchadora. A pesar de todo su dolor y sufrimiento, se negaba a rendirse. Se aferraba a la vida con todas sus fuerzas, y poco a poco, comenzó a recuperarse. El veterinario trató su sarna y le dio medicina para sus ojos, y con el tiempo, su piel comenzó a sanar y su pelaje volvió a crecer.
A medida que BB se hacía más fuerte, también se volvía más cariñosa y afectuosa. Había estado tan hambrienta de atención y cuidado que estaba agradecida por cada muestra de amabilidad que le mostraban. Se acurrucaba con sus nuevos amigos humanos y movía la cola felizmente, sabiendo que finalmente estaba segura y amada. La recuperación de BB no fue fácil, pero valió la pena. Pasó de ser una cachorra fría, hambrienta y enferma en medio del parque a ser una perra feliz y saludable con una familia amorosa.
Nunca olvidaría la oscuridad de sus primeros días, pero estaba decidida a vivir cada día al máximo y aprovechar al máximo la segunda oportunidad que le habían dado.