Siguiendo las instrucciones de un vecino, nos encontramos con una conmovedora escena: un perro abandonado yacía inmóvil en un terreno baldío, al lado de un desagüe. Los informes de los vecinos indicaron que acababa de sufrir un accidente, cayendo a una alcantarilla cercana. Afortunadamente, la atención rápida de las personas lo sacó de esa situación, aunque no ileso.
El canino, agotado y con la boca herida, necesitaba atención médica urgente. Rápidamente lo llevamos al hospital para un chequeo, un viaje que tomó 35 minutos llenos de incertidumbre. Al llegar, el cuerpo tembloroso del perro revelaba el frío que su pelaje empapado le causaba.
El médico, tras un consuelo necesario, examinó suavemente la cavidad bucal del can. A pesar de su obediencia y silencio, los resultados fueron desalentadores: una mandíbula rota que le dejó la boca torcida, incapaz de alimentarse.
Decidido a ayudar al animal, el médico preparó todo para la cirugía. Los instrumentos listos, lo llevaron al quirófano para extraer los fragmentos del diente roto y limpiar la cavidad bucal. El proceso, rápido y suave, dejó al perro en recuperación.
Días de cuidados intensivos siguieron, con atención dedicada, alimentación asistida y limpieza dental regular. La salud del perro mejoró significativamente en 5 días, y 15 días después, pudo levantarse y caminar por sí mismo.
A pesar de la fatiga inicial, el can mostró una sorprendente recuperación después de 26 días. La férula fue retirada con éxito, y en 32 días, estaba casi completamente sano. Aunque aún necesitaba ser supervisado durante unos días más, la esperanza de su total recuperación estaba a la vista.
Finalmente, después de 43 días, el perro se recuperó por completo. Ahora disfruta de una vida feliz con nuevos amigos y una nueva familia. Su historia es un testimonio de resiliencia y superación, una luz de esperanza que muestra que, con cuidado y dedicación, incluso después de momentos difíciles, una brillante sonrisa puede iluminar el rostro de aquellos que han superado todas las adversidades.